
La Semana de la Moda de Milán cerró otra temporada demostrando por qué sigue siendo el epicentro del lujo, la artesanía impecable y la elegancia con carácter.
La capital de la moda apuesta por un lujo que se siente en la mano, tejidos que hablan, detalles que resisten el paso del tiempo y una narrativa donde cada casa comparte una visión clara de identidad.
Alberta Ferretti



Alberta Ferretti presentó una colección profundamente evocadora, fiel a su romanticismo característico pero con una madurez nueva que se siente más introspectiva que de simple decoración. Las siluetas fluyen casi como si respiraran, con vestidos vaporosos, capas traslucidas y caftanes que se mueven con un ritmo propio que revelan diseñados que entienden la sensualidad desde la calma, no desde la exageración. La paleta se mantiene en tonos arena, crema, rosa suave y un toque de noche en los contrastes más oscuros.
En la pasarela, la ligereza se convierte en un manifiesto contra el exceso contemporáneo, es moda para quien disfruta el acto íntimo de vestirse, no el espectáculo de ser observado.
Max Mara



Max Mara, por el contrario, toma el imaginario romántico y lo enfrenta a la disciplina de su ADN de sastre. La colección se inspiró en elementos barrocos reinterpretados desde una mirada minimalista, con volúmenes de pétalo y organzas que dialogaban con abrigos impecablemente construidos, trajes rectangulares y la icónica gama de neutros de la casa.
En esta colección, la fantasía no se expresa en un énfasis, sino en pequeños gestos, escotes estructuralmente suaves, pliegues que recuerdan porcelana Sèvres, y nuevas proporciones que equilibran la sensibilidad. Se demostró que la elegancia no necesita ruido, solo intención y técnica.
Francesco Murano



Francesco Murano continúa construyendo su identidad como diseñador emergente con una inclinación por el dramatismo escultórico. Su colección más reciente retoma la arquitectura del cuerpo y la amplifica en pliegues afilados, cortes geométricos y prendas que parecen piezas en movimiento congeladas.
Sus vestidos, muchas veces trabajados en tonos oscuros o metálicos, funcionan como manifestaciones de energía, con cada línea se define un trazo que evoca poder. Aunque su runway no siempre ocupa grandes titulares, sí consolida un lenguaje propio, futurista y emocional, donde la artesanía se entiende con su energía propia.
SportMax



Sportmax extiende el legado de modernidad de la casa a través de una colección que combina tecnicidad, minimalismo y un pulso futurista marcado. Las prendas se construyen alrededor de líneas limpias y volúmenes que alargan la silueta, mientras tejidos técnicos, transparencias y acentos deportivos elevan la estética funcional a un territorio más sofisticado. Esta temporada, la marca encuentra un equilibrio claro entre precisión y sensualidad contenida en una mujer.
La marca no pretende llamar la atención, pero inevitablemente se convierte en el centro de la escena por su serenidad.
Blumarine



Blumarine reafirma su renacimiento estético con una colección que abraza sin pudor la feminidad turbia, seductora y algo nostálgica que la marca ha cultivado en los últimos años.
Los microvestidos, las transparencias y los detalles del estilo y2k evolucionan hacia una visión más afilada, con mariposas reconstruidas en recortes metálicos, piezas reinventadas con dramatismo, y flecos con encajes que rozan lo teatral. La colección es un recordatorio de que Blumarine nunca compitió por la sobriedad, sino por la emoción y el deseo, aquí en Milán Fashion Week, vuelve a sentirse viva y provocadora.
Versace



Versace, bajo una nueva dirección más introspectiva pero igualmente poderosa con Dario Vítale, donde entrega una colección en la cual el glamour encuentra un nuevo lenguaje. En lugar de los excesos icónicos de los noventa, la casa apuesta por siluetas que revisan su herencia a través de una estética más cruda, ligeramente desordenada y humana.
Los colores vibrantes, los cortes ochenteros y la energía sensual siguen presentes, pero ahora se acomodan a un ritmo cotidiano con prendas que funcionan para la noche, sí, pero también para el día. El resultado de este debut, es un Versace humano, íntimo, que no pierde su hilo.
Giuseppe di Morabito



Giuseppe di Morabito continúa posicionándose como uno de los nombres jóvenes más orientados al glamour pop contemporáneo. Su runway apuesta por pedrería, corsetería, microproporciones y un sentido teatral que recuerda al maximalismo digital que domina el imaginario actual. La colección se mueve entre lo sexy y lo ornamental, con una atención especial a la construcción del cuerpo y a la exaltación del detalle brillante. Es moda hecha para ser fotografiada, celebrada y vivida en el escenario social.
Bottega Veneta



Bottega Veneta consolida su momento creativo con el debut de Louise Trotter con una colección que combina lujo táctil, artesanía radical y un silent glamour que se ha vuelto su sello.
Las piezas en cuero trenzado evolucionan hacia nuevas texturas, los vestidos de punto adquieren volúmenes inesperados y la gama cromática siempre contenida y siempre precisa, resalta una sofisticación que no necesita logotipos.
Es una pasarela que habla de un lujo intelectual, con prendas que duran, que sorprenden en silencio y que se construyen desde un dominio técnico absoluto.
Giorgio Armani



La moda global se vio sacudida por la partida de Giorgio Armani, quien falleció el 4 de septiembre de 2025 a los 91 años. Su muerte marca no solo el fin de una era, sino la despedida de un arquitecto de la elegancia sobria, un hombre que convirtió la moderación en una forma de poder estético. Armani no era solo un diseñador, era una presencia constante, un creador que supervisó todos los aspectos de su imperio con una pasión meticulosa hasta sus últimos días.
Asi que, finalmente y por ultima vez Giorgio Armani como diseñador presentó una lección magistral sobre elegancia. Su colección se mueve en texturas que imitan agua y luz, en tonos que van del nácar al azul profundo, y en siluetas que flotan con la gracia de décadas de perfeccionamiento.
Su runway siempre deja una huella emocional profunda, la belleza de lo eterno, de lo que no responde a tendencias sino a una visión personal del refinamiento. Esta temporada, reafirma que la distinción no es moda, es actitud.
Desde Chronicle, la sensación que deja Milán esta temporada es la de una ciudad que sigue entendiendo la moda como un acto casi sagrado. Aquí, la vulnerabilidad nunca se muestra, se envuelve en telas impecables, en cortes precisos, en esa suavidad estructurada que solo los italianos saben transformar en poder. Milán es el lugar donde la elegancia no compite, simplemente existe, donde un gesto mínimo, dice más que cualquier provocación.
Imágenes tomadas de: Vogue Runway.
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